“Y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él”.
Jueces 16:20
La naturaleza carnal nos impulsa a ir tras el pecado. No debemos creernos tan fuertes que podemos jugar con la tentación y no ser vencidos por ella.
Sansón dejó de enfocarse en Dios, creyó que su fuerza provenía de él mismo, y no de la fuente verdadera. Fue engañado por sus emociones y se enredó en las mentiras.
Nuestra fuerza no está en nosotros mismos, es Dios quien nos fortalece para soportar todo, Él es quien levanta nuestras alas como águilas y somos renovados. Su palabra te alienta: ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!
Sansón jugó muchas veces con el pecado, creyó que podía librarse de las consecuencias. Pero la justicia divina exige: la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna.
Dios ama al pecador, pero aborrece el pecado. Reflexiona sobre esta verdad y abandona el camino de pecado, la conducta desordenada. Hoy tienes la oportunidad de empezar de nuevo.
Los creyentes somos desafiados a vivir en integridad, en pureza y en santidad, renunciando a lo que Dios desaprueba.
Debemos saber que lo que sembramos vamos a cosechar, Dios es justo y no va a aceptar el pecado.
Al tolerar el pecado, te pones en enemistad con Dios.
Debemos vivir en obediencia y sometidos a los principios divinos. Haciendo morir la vieja naturaleza.
¡Cristo murió para hacerlo posible! Recibe y vive en esta verdad.