La respuesta amable calma el enojo pero la agresiva echa leña al fuego.
Proverbios 15:1
Comunicarse no es gritar, no es hablar únicamente. Aunque hablemos el mismo idioma en ocasiones nos cuesta entender a los demás o hacernos entender. Los malos entendidos y las heridas causadas por las palabras hacen que las relaciones se rompan o se levanten muros que impiden la comunicación.
Nos comunicamos no solo con palabras, podemos hacerlo con gestos, posturas, aun con el silencio. Por eso cuida el lenguaje con el que te estás comunicando, sin saberlo puedes estar dando un mensaje cargado de ira y mala actitud. El estilo de comunicación es aprendido en la familia, el colegio, los amigos y en el medio en el que te desarrollas. Sin darte cuenta terminas imitando la forma en que las personas de tu medio se comunican.
Las palabras que usas tienen mucho impacto, pueden herir el corazón y lastimarlo aún más que una herida física. Es por eso que la Biblia dice que la vida y la muerte están en poder de la lengua. El libro de Santiago nos dice que todos ofendemos muchas veces, que quien no lo hace puede considerarse una persona perfecta.
Usa tus palabras de una manera saludable animando, afirmando, motivando, consolando, valorando. Evita dañar con tus palabras juzgando, despreciando, criticando, mintiendo. Que tu comunicación sea siempre llena de gracia, amabilidad y bondad.