Dios nos resucitó y nos hizo sentar con él (Cristo) en las regiones celestiales.
Efesios 2:6
No necesitas morir para estar en el cielo, tú puedes traer el cielo a la tierra. Puedes cambiar la atmósfera espiritual y emocional del lugar donde estés, puedes desatar sanidad, provisión, sabiduría, libertad, recursos, amor y todo lo que la presencia de Dios produce. Si tienes comunión con Dios, él está a tu lado y su presencia es luz. No deberías resignarte a vivir en medio de la oscuridad.
No permitas que el infierno se materialice en tu alma a través de la tristeza, el odio, la venganza, la ira, la falta de perdón, el desamor, las adicciones. Aprende a vivir en los lugares celestiales bajando a tu realidad la presencia de Dios.
Esto lo conseguirás cuando te liberes de la manera humana de ver las cosas, elévate al nivel de la fe, busca a Dios, vive inspirada por lo que El dice acerca de ti y de tus circunstancias, los consejos de la Palabra de Dios te hacen sabia, desatan bendición, traen gozo. Tú llegas a parecerte a las personas que están cerca de ti, si vives cerca de Dios puedes conocer su corazón. El hombre natural no es capaz de conocer a Dios a través del intelecto, a Dios se lo conoce a través de la fe.
Dios puede y quiere cambiar tu ambiente al traer su presencia a tu vida, a tu familia, a tus necesidades. Puedes vivir el cielo en esta tierra porque Dios te ha prometido: Nunca te dejaré, jamás te abandonaré. Su presencia es sanadora, liberadora, nos complementa y nos satisface. La realidad que ves es circunstancial, es pasajera, la verdad espiritual es eterna e inamovible. De hecho, la realidad espiritual puede cambiar la realidad natural.
La presencia de Dios cambia las cosas y las circunstancias, en el lugar donde otros fracasaron Dios te abrirá puertas de esperanza y de victoria. Toma esta verdad para confesarla y vivirla, y trae el cielo a la tierra.
